La franquicia

Es sin duda alguna un sistema exitoso para el desarrollo de marcas y una herramienta y medio para convertir a emprendedores en empresarios. Como consecuencia colateral positiva se convierte en un canal de generación de empleo. Y esto no es una opinión o un punto de vista personal, es una realidad contrastada con cifras oficiales.

Actualmente existen 1.376 empresas franquiciadoras, que facturan mas de 27 mil millones de Euros. Con 77.398  unidades de franquicias en el mercado, que dan empleo a 293.872 personas. Según datos de la AEF informe del año 2019. Este hueco que cubre la franquicia, especialmente en el sector minorista, sería muy difícil de cubrir si no existiese la misma franquicia. La mayoría de estos negocios son de autoempleo y si no existiese este sistema, marca, franquiciador y traslado del saber hacer, difícilmente se crearían estas unidades productivas y probablemente este comercio tendría muy complicada su existencia y supervivencia.

En mercados tan competitivos como los actuales  son más que necesarias estas sinergias marquistas y de red para sobrevivir. Economía de escalas y todas las potencialidades que ofrece una red de franquicias son básicas e imprescindibles para la viabilidad del negocio en un mundo donde impera la globalización comercial.

Ir solo y localmente, puede ser un casi un suicidio. No suelen justificarse las inversiones por el complicado retorno que pueden tener. No dudo que existan casos que consigan salir adelante, pero la mortandad es verdaderamente alta.

Son muchos los ingredientes que conforman la creación de una  marca en franquicia. Desde la idea, su desarrollo, el impulso emprendedor, el riesgo empresarial, hasta la capacidad de liderazgo de su creador. Este perfil es el del franquiciador, y seamos conscientes que todas estas variables y otras tantas que obvio por no alargarme, no las tienen todos los emprendedores.  O quizás algunos si, pero no sólo hay que tenerlas, si no también desarrollarlas y con éxito.

 

Por otra parte, nos encontramos con la figura de el franquiciado, que es otro perfil de empresario, que bien por necesidad o por vocación, está dispuesto a emprender, pero se lo plantea desde otro punto de partida. De una manera muy inteligente, se plantea evitar los riesgos iniciales, y esfuerzos, para sumarse a un proyecto que ya está en marcha y es tangible,  y en el cual además va a contar con compañía.  No olvidemos que la soledad del empresario es uno de los puntos de inflexión más complicados de gestionar y factor de muchos abandonos en la trayectoria de los proyectos.

Todo esto no quiere decir que la figura de franquiciado esté exenta de dolores de cabeza, que no tenga riesgos, o que no tenga que liderar su empresa. Sin duda que si, un franquiciado es un empresario autónomo y debe de gestionar su unidad con todo lo que esto conlleva. Pensar que esto no es así es un grave error porque un franquiciado no es un empleado o delegado. A menudo se confunde, y esto es seriamente “ peligroso”.

 

Si discernimos entre ambos perfiles, lo que no cabe duda es que son complementarios  y  necesarios, sin uno no existiría el otro. Son actores de la misma película, pero con diferente posición en la escena. No existiría el film sin cualquiera de ellos.
Aunque cuentan que son pocos los litigios franquiciado/ franquiciador , según datos que se ofrecen en la prensa, si que es cierto que son relaciones complejas. Y en algunas ocasiones, no se ven tantas como las que de verdad existen.


Sin duda como en todas las relaciones, sean de la índole que sean, siempre existen, malestares, tensiones y conflictos. Como no van a estar presentes en la franquicia, donde conviven relaciones comerciales que implícitamente conllevan intereses económicos y riesgos. No olvidemos que normalmente son personas que acaban de conocerse, con lo cual sumamos una cierta desconfianza, propia de la condición humana.
No es fácil la relación, siempre se dice que si va mal tiene la culpa el franquiciador y si va bien es que el franquiciado es muy bueno y viceversa.
Típico de las personas, echar balones fuera cuando las cosas no van como quisiéramos.  ¿No nos pasa en nuestra propia casa con amigos o familia?

 

Bajo mi experiencia y punto de vista, los errores mas graves y donde se genera conflicto en esta relación, se dan cuando hay dejación de obligaciones  por cualquiera de las dos partes, o cuando se equivocan los roles. Junto a los posibles  errores de expectativas que se dan en las dos direcciones. Esto es muy habitual.

 

Una vez más nos damos cuenta que somos las personas las que fallamos, no las ideas o negocios. Pienso que no hay nada más complicado en la vida que estar en tu sitio, y más cuando las cosas no van bien.  Y esto no es fácil.
Podría escribir unas cuentas líneas acerca de  las problemáticas  y motivos por los cuales esta relación a menudo se resiente y en algunos caso llevan al conflicto.
Pero, con estas premisas o consideraciones, estoy seguro que nos ahorraríamos más del 80 % de las tensiones o rupturas que se dan en la vida de un contrato de franquicia.

 

ELECCIÓN DE UNA FRANQUICIA

El interesado en incorporarse a una marca en en franquicia debería de preguntarse:
¿Me interesa esta franquicia? ¿He analizado profundizando en el  sector, posicionamiento, equipo gestor? ¿Conozco los franquiciados actuales? ¿Son mi perfil?

¿Coincide de verdad con lo que busco?¿Me identifico con las tareas y filosofía de la marca?
Debe de ser una decisión meditada, no un impulso.

¿Soy consciente de la actividad y las exigencias que conlleva, estoy preparado, quiero hacerlo? ¿Me veo?
¿Mi capital es el necesario, valorando los escenarios mas pesimistas?

 

SELECCIÓN DE UNA FRANQUICIADO

¿Es mi franquiciado, cumple el perfil profesional y humano? ¿Lo conozco? ¿Se ha dejado conocer? ¿O es el comprador de un negocio?
No debemos vender una franquicia, debemos comprar un franquiciado.

 

HABLAR  CLARO Y OCUPARSE DE LAS OBLIGACIONES

Antes de iniciar la relación contractual, ambas partes deben hablar de las expectativas sin ningún tipo de opacidad.

Una  vez iniciada, cumplir cada uno con su rol, el franquiciado no debe de jugar a ser franquiciador, no debe traspasar el limite de sus derechos y funciones. Lo cual no quiere decir que no sea corporativo  y aporte, ya que es bueno para la propia marca. Aquí hay una línea roja que a menudo no se aprecia y se salta.

El franquiciador debe de tutelar y apoyar al franquiciado cumpliendo con su responsabilidad, pero nunca debe realizar las funciones del franquiciado. Debe de estar en su lugar, sobre todo ofreciendo valor a la marca y a la red. Pero nunca debe de hacerse cargo del destino en el día a día de una unidad de franquicia, este trabajo es del franquiciado. Si así lo hiciese no estaría realizando su tarea de franquiciador, por lo que estaría perjudicando a la marca y al resto de unidades.

Por último, ambas partes deben de considerar que la franquicia es negocio y por lo tanto el riesgo para ambos existe. Minimizado, pero existe.

 

Como condimento especial a estos puntos, la sinceridad y la empatía. No pasa nada por hablar claro, pero antes de que se genere el malestar, a menudo el franquiciador se entera tarde y el franquiciado prefiere contarlo a terceras personas. Si llegamos a este punto, ya se enquista la relación.

Por favor, si las cosas no van bien, no comenzar con los reproches, si no identificar los fallos e intentar solucionarlo, y si aún así la relación no funciona, lo más idóneo es sentarse y hablar para buscar la mejor salida. Ya que las más costosa y traumática para ambos es la judicial.
Todo esto hablando dentro de la normalidad, pensando que la franquiciadora es tal y que le franquiciado es un futuro y real emprendedor con buenas intenciones.

 

Lo que no cabe duda es que la franquicia como ente de negocio funciona, y que todos pueden verse beneficiados de ella.  Los números y  años que lleva en el mercado lo dicen todo, si no damos un paseo por nuestra población, no sólo veremos que funciona, si no que es fácil adivinar que es el futuro del comercio.