Todavía en este arranque de año, me gustaría hablaros de la gran diferencia que existe entre tener la actitud de estar ocupado, o la de estar preocupado.
Normalmente, el hecho de estar preocupados por lo que va a suceder no nos deja avanzar y ocuparnos de los temas que realmente nos preocupan, para que no nos ocupen nuestra mente y nuestro tiempo, en ocasiones hasta limitarnos en cualquier movimiento, decisión.
Pido perdón por el juego de palabras, y por su repetición, que corre el riesgo incluso de convertirse en un trabalenguas. Pero es que OCUPARSE y PREOCUPARSE son dos muy similares fonéticamente y gramaticalmente en su forma, pero ambas necesarias de utilizar en nuestro lenguaje, ya que no se puede vivir sin tener cierta preocupación – estaríamos locos, pero cuando le dedicamos un excesivo tiempo, le estamos quitando minutos a la dedicación. Y esto en la vida, se paga caro, y por supuesto en la empresa, donde incluso se puede contabilizar y tangibilizar mejor su coste.
¿Por qué preocuparse en exceso puede ser un riesgo?
Cuando las cosas no nos funcionan como queremos o como esperábamos, tendemos a estar preocupados. Y como decía tiene su lógica, pero a menudo, entramos un bucle entre nuestros problemas y pensamientos, que se entremezclan entre ciertas preguntas y respuestas mentales, que se enlazan una tras otra y nos llevan a la conclusión de que estamos preocupados, y esto nos puede llevar al bloqueo y a no encontrar salida.
Pues bien, empresarios y emprendedores…La caja de nuestra empresa no se llena estando preocupado, nuestros clientes no nos compran cuando estamos preocupados – normalmente, todo lo contrario, pues la cara de la preocupación no es precisamente la que más vende. Cuando veamos que nuestra caja esta vacía, lo primero que tenemos que hacer es pensar el por qué, y posteriormente ocuparnos -que no preocuparnos, para que no siga ocurriendo.
Convertir las preocupaciones en ocupaciones
Si el tiempo que dedicamos a estar preocupados por lo que esta sucediendo lo dedicamos a poner en marcha soluciones para evitar que suceda lo que no deseamos, os aseguro que el resultado será muy diferente.
Y aquí va un ejemplo ilustrativo. Me levanto una mañana de lunes y miro las ventas de la semana anterior. Veo que han sido malas, agacho la cabeza, me vienen a la cabeza pensamientos abstractos que no logro parar. No voy a vender mas, en dos meses cerraré, este año será el ultimo, no podre pagar el alquiler del local, mi hipoteca, mis hijos, ¡oh dios, que desastre!
Dándole una vuelta más de tuerca a mi preocupación, llamo a mi colega que se que tampoco le va bien, y claro ¿qué más quiero oír? Me dice mi amigo que todo esta fatal, que de esta no salimos. Y por si fuera poco pongo las noticias de la radio en el coche y pienso ¿cómo me va ir bien si la prima, la bolsa y el mundo en general está en quiebra? ¡Que cóctel más perfecto para que la preocupación pase de ser un elemento de cierta sensatez a una amenaza!
Ahora bien, llega un día en el que, sin entender verdaderamente por qué, mi mente se ilumina y pienso que esto no puede seguir así. Miro mis ventas de nuevo y veo ciertamente el desastre, pero pongo a mi pensamiento en dirección a la creatividad. ¿Y que si hiciese una promoción? ¿Y si cambiara el envoltorio de mi producto o si contactara con mis clientes a través de la tecnología actual? Quizás sí podría vender más… Esta vez cojo el coche, sustituyo emisora de las noticias por una canción de Queen, y me voy a ver a mis clientes con mi mejor sonrisa, para darles soluciones a sus problemas y necesidades, y ya de paso, encontrar las mías.
Un cliente nos puede solucionar el problema, o comprándonos o diciéndonos porque él y público como él, opta por otras opciones en el mercado. Así, podríamos mejorar lo actual, buscar soluciones para que nos compren – aunque cuidado con intentar ser demasiado fiel con los consumidores porque Steve Jobs nos enseñó que “No puedo ir a preguntarle a los consumidores qué es lo que desean, porque durante el tiempo que esté desarrollándolo ellos van a desear algo nuevo”.
Por supuesto llamé a mi amigo, pero no al que me trasmitía su preocupación, sino al que nunca me falla, al de mi sentido común, a ese, solo a ese que siempre es el que te saca de los problemas.
No nos dejemos llevar por los problemas y las preocupaciones, dejémonos llevar por la proactividad, la creatividad, estemos siempre ocupados con pensamientos racionales con soluciones, y no con el desanimo y la apatía que genera la preocupación.