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LA EMPRESA FAMILIAR Y EL EFECTO BUDDENBROOK

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La Empresa Familiar

Se cree que las empresas familiares más antiguas se desarrollaron en Japón hace más de 1.500 años. A pesar de ello, no ha sido hasta principios del presente siglo cuando se ha llegado a un cierto consenso para definir sus características, valorar su relevancia económica y social y dotarla de un marco jurídico y normativo.

Hoy en día se considera empresa familiar a aquella en la que la mayoría de las acciones con derecho a voto son propiedad de la familia que fundó la compañía y donde al menos un representante de dicha familia participa en la gestión de la misma.

 

El efecto Buddenbrook o tendencia a la autodestrucción

Las peculiares características y la complejidad de la empresa familiar la hace vulnerable al trascurso de las diferentes generaciones de la propia familia. En el mundo empresarial se conoce como “efecto Bruddenbrook” a la progresiva descomposición de una compañía familiar al descender la triple escalera que lleva desde los abuelos, fundadores y verdaderos emprendedores del negocio; los hijos, que desarrollan o mantienen el modelo de negocio y viven de él, aunque introduciendo ya la primera variable distorsionadora con la influencia de yernos y nueras en la toma directa o indirecta de decisiones; y finalmente los nietos, con cuya gestión la empresa familiar corre un altísimo riesgo de ser liquidada al entrar en juego la influencia de una variedad de familiares, principalmente primos, aumentando la disparidad de criterios y las disputas internas. De hecho, el propio término Buddenbrook proviene de la obra autobiográfica homónima publicada por el novelista alemán Thomas Mann en 1901, donde detalla el declive y decadencia de una familia burguesa, la suya propia, y su negocio familiar con el paso de las diferentes generaciones familiares.

 

Crecimiento como supervivencia de la Empresa familiar

A pesar de todas las dificultades, muchas han sido las empresas familiares que han conseguido superar el paso de las generaciones, en ocasiones con gran éxito empresarial. Actualmente hay un consenso bastante amplio en que para garantizar su continuidad este tipo de compañías tienen que hacerlo con el reto del crecimiento como principal estrategia.

Gestionar y alcanzar este crecimiento es más complicado en este tipo de empresas ya que por su propia naturaleza existe una mayor aversión al riesgo, al endeudamiento o a la incorporación de socios externos a la familia. Aun así, la empresa familiar tiene algunas ventajas, como mayor flexibilidad y agilidad en la toma de decisiones, fuerte compromiso con la continuidad de la empresa y la importancia que se da a la reputación y a la visión a largo plazo.

 

La empresa familiar, en definitiva, tendrá que seguir varias estrategias para su supervivencia:

  • Atraer y retener el talento de su equipo directivo (ya sean familiares o no). Debe protegerse de una eventual debilidad del liderazgo de la siguiente generación. A veces las nuevas generaciones son reacias a asumir nuevos retos y se ven paralizadas por la responsabilidad de éxitos pasados y el miedo a defraudar.
  • Frente a la dificultad para abandonar los productos y servicios clásicos, y ya maduros, de la empresa debido a la impronta y tradición del fundador, se debe apostar por ampliar crecimiento de las líneas de negocio, imprescindible con la competitividad y globalización actual.
  • Los inevitables conflictos y problemas entre los sucesores al aumentar la complejidad de la familia con sus respectivos familiares políticos, obliga a planificar el relevo generacional y tutelar la formación de los sucesores
  • Los recursos financieros limitados por las reticencias a la incorporación de nuevos socios ajenos a la familia o al endeudamiento exige optar por estrategias que requieran menos capital, como las franquicias, o por una estrategia financiera en la que prime una comunicación que genere compromiso en la familia, facilitando el logro de acuerdos y generando confianza en nuevas fórmulas de financiación.

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